Sarmiento y Alberdi - Proyecto de educación


En la siguiente entrada se intentará explicar los ideales políticos y culturales del proyecto de Domingo F. Sarmiento en Educación Popular y Juan B. Alberdi en Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina en relación con sus respectivas ideas acerca de la educación argentina. 
     Ambos políticos dedicaron parte de sus obras al gran desafío de crear un país cuyo orden político logre imponerse y legitimarse en todo el territorio con el propósito de construir el destino de la nación. Trataremos de responder si ambos políticos tenían ideas irreconciliables o si en realidad no diferían tanto. 
     Para Alberdi, la instrucción ciudadana no ocupaba un lugar principal frente a la necesidad de mantener el orden y la estabilidad política, y de formar la fuerza laboral que garantizara el progreso del país, la producción y las exportaciones. Con la intención de resolver estos problemas, Alberdi confiaba más en la capacidad del trabajo y la inmigración europea, como fuerzas para reformar los hábitos y costumbres nacionales, que en las instituciones educativas.
     A su vez, Sarmiento, ponía énfasis al poder eficaz de la escuela primaria obligatoria. Creía que esta influiría en forma decisiva en la transformación de la Argentina, contribuyendo a la fabricación de una sociedad de argentinos e inmigrantes que avalara el progreso nacional y que conformarían la república de ciudadanos con habilidades para garantizar el sistema democrático.
La comparación y descripción de los proyectos sarmientinos y alberdianos se basó en el interés de conocer cómo era la mirada de su época para la construcción del país y cuáles son los legados o las influencias de las cuales rigen hoy en día.
      Las críticas a los proyectos políticos de Sarmiento y Alberdi, se abordarán a partir de la sección Sarmiento y el ideal pedagógico, en Investigaciones pedagógicas de Saúl Taborda, pedagogo argentino, y Manual de Zonceras argentinas de Arturo Jauretche, pensador, escritor y político argentino.

     Para averiguar cuáles eran las ideas político educativas de estos dos líderes mandatarios, vamos a darle un marco de análisis comparativo y descriptivo de sus respectivos proyectos, se realizará atravesando dos ejes principales, uno político y otro cultural, para luego dar lugar a las críticas de Taborda y Jauretche. 

Cabe aclarar que estos ejes no están aislados uno de otros, sino que se relacionan constantemente debido a que los tres se sostienen simultáneamente. La separación y clasificación se efectuó para realizar su posterior descomposición con el fin de realizar un estudio comparativo y descriptivo, y así resaltar las diferencias y similitudes entre los autores mencionados. 


I. Presentación del modelo político de Sarmiento y Alberdi

      Tanto Sarmiento como Alberdi pretenden basar sus proyectos políticos para la construcción del Estado moderno tomando como ejemplo países fuertemente industrializados como Estados Unidos, Francia y Gran Bretaña. El ideal político sarmientino buscaba sentar las bases económicas del país entorno a la industria, educación, inmigración extranjera, y para ello era imprescindible proveer de tecnología industrial coincidente con la educación pública. Prepondera el desarrollo tecnológico extranjero y resalta el atraso técnico del país cuando afirma que no hay dudas “sobre la ineptitud industrial de nuestras masas, producida por la falta de tradiciones de trabajo” (SARMIENTO, D.F., De la educación popular, “Introducción”, 1849, p.18), alcanzar el progreso industrial fomentando la educación pública es el único medio para llegar al progreso.
Domingo Faustino Sarmiento

    El binomio “civilización - barbarie” fue fundamental para llevar a cabo los planes sarmientinos, era necesaria y urgente la construcción ideológica y la enunciación de un bastísimo territorio que, hasta entonces, había estado poco menos que hundido en la oscuridad, debido al legado de la colonización española. En palabras de Sarmiento, “La España y sus descendientes se presentan hoy en el teatro del mundo moderno destituidos de todas las dotes que la vida de nuestra época requiere”(ibidem).  En esta cita, Sarmiento deja claro la necesidad de aumentar los niveles de producción con vistas a satisfacer las exigencias de los mercados extranjeros e imbuirse en el comercio mundial. 
La matriz ideológica excesivamente negativa que incitó Sarmiento, requirió acudir a la historia de las colonizaciones en el continente americano para la formación de la racionalidad civilizatoria. Mediante datos estadísticos, declaraciones y testimonios recolectados durante sus viajes al exterior, Sarmiento se basó en ellos para argumentar la necesidad de progreso político que debía implementar el país impulsando el desarrollo de la industria, tal cual lo habían hecho las naciones más civilizadas. 
Previamente, debemos distinguir que o quienes se consideraba “barbarie” y/o “civilización”. La civilización era para Sarmiento la expansión de las ciudades, el desarrollo de las comunicaciones, el progreso, la cultura europea, mientras que a la barbarie la situaba en el campo, con sus costumbres atrasadas y las características de los gauchos, los caudillos y los indios, mezcladas con el atraso que nos venía dado por la tradición hispánica. 
Estados Unidos se convirtió en la gran utopía sarmientina, estaba convencido de que Europa ya no era un modelo a imitar y que la clave del progreso se encontraba en el proyecto norteamericano. La esencia de la evolución se hallaba en el avance de la instrucción pública ligada al desarrollo industrial con el objetivo de competir dentro del mercado mundial cuya mayor aspiración era incrementar las “fuerzas de producción, de acción y de dirección, aumentando cada vez más el número de individuos que la posean.”  Sarmiento asegura que la mejora intelectual es fundamental para la construcción de una nación que aunó su cultura con una inferior, con la cultura salvaje, convirtiéndose en un obstáculo para el progreso. 
Con respecto a la política de Alberdi, se podría afirmar que su modelo de país planteaba una perspectiva restrictiva, y a la vez integradora. ¿Cómo se logra explicar tal dualidad? La idea de progreso alberdiano residía en la “instauración de una política liberal”  imitando a otros países civilizados, donde la gobernabilidad de la nación quede en manos de las clases más instruidas. Teniendo en cuenta la lectura realizada por Alberdi en varios capítulos de Bases y puntos de partida para la organización política de la República Argentina, deja claro que la formación de la Constitución argentina debe comprender, entre otras cosas, derechos no sólo para el habitante argentino sino también para el extranjero. En El dilema argentino: civilización o barbarie, Svampa cita a Celina Lacay, quien sugiere que “El orden que en nombre de la civilización fue instaurado, apuntaba entre otras cosas, a la apertura a la inmigración europea y a la inserción del país en el mercado mundial.” 
     De esta manera, se inicia una política para fomentar la inmigración extranjera, proveniente preferentemente de Europa, la misma Europa anglosajona civilizada que Sarmiento tenía en mente. En este sentido, podemos ver que la política inmigratoria entre Alberdi y Sarmiento no dista mucho uno de otro. Ambos políticos buscaban llenar un vacío territorial, cultural y educativo dejando atrás el legado español. 
¿Cuál era el ideal de civilización de Alberdi? ¿Cómo construir el Estado nacional? ¿Bajo que criterios? Las aspiraciones civilzatorias de Alberdi se centraban entorno a la transformación que debía producirse en Argentina siguiendo el ejemplo de los países más desarrollados. Bajo la máxima alberdiana “Gobernar es poblar” proponía un trasplante poblacional que reemplazara a la población nativa por la extranjera que sería más civilizada. De este modo, una vez más Estados Unidos y Europa se ponen en eje central en la política y la sociedad con la intención de persuadir a las elites dirigentes sobre la necesidad de habitar el país con los extranjeros más prestigiosos. 
     Alberdi lo explica mejor cuando sostiene que “para civilizar por medio de la población es preciso hacerlo con poblaciones civilizadas; para educar a nuestra América en la libertad y en la industria es preciso poblarla con poblaciones de la Europa más adelantada en libertad y en industria, como sucede en los Estados Unidos.” Si bien proclama el progreso norteamericano, en cuestiones materiales, sociales y económicas, lo hace para introducir la idea de que Europa fue el motor de dicho progreso.      De aquí concluye que europeizar el territorio argentino puede contribuir con el desarrollo del país legitimando el perfeccionamiento de la industria nacional. En consonancia con la mirada sarmientina, pareciera que el objetivo de industrializar el país era un punto central a cumplirse para la consolidación del Estado nacional. La diferencia radica en el modelo a seguir, la preferencia de Sarmiento por los Estados Unidos se contrapone a la alberdiana, en ésta última línea de pensamiento prima la Europa anglosajona y francesa. Para cerrar este apartado, cabe señalar que, si bien los dos políticos se preocuparon por sentar las bases constitucionales, políticas, económicas y sociales del país, nunca dejaron de perder la confianza en el progreso. No podemos perder de vista el contexto en que desarrollaron sus ideales, la discriminación, exclusión, integración, la mirada negativa hacia las clases populares locales, fueron legitimadas a través de un proceso educativo impuesto por las clases dominantes. 


II. Educación y transformación cultural

     Alberdi pretendía fomentar la educación con el propósito de realizar un transplante cultural, orientado a la conformación de la identidad nacional. La estrategia alberdiana se basaba en transformar las herencias culturales hispánicas (heredadas de la colonización) con la llegada de hombres y mujeres más civilizados de Europa, cuyos hábitos y costumbres se extendieran a través de todo el territorio. A esta práctica, Alberdi la llamó educación por las cosas, estaba convencido de su meta cuando en Bases expresó que “la educación por medio de las cosas es el medio de instrucción que más conviene a pueblos que empiezan a crearse.” A diferencia de Sarmiento, Alberdi no consideraba que en la educación primaria se encontraba el punto clave para civilizar al pueblo, más aun, consideró a esta como maliciosa y de no formar de manera efectiva a los estudiantes. 
     La propuesta educativa de Alberdi apuntaba a sectores sociales con prestigio, el impulso para la creación de colegios nacionales tenía como objetivo formar la conciencia moral de los jóvenes, la instrucción secundaria y la universidad debían ser los pilares de dicha enseñanza. Como se ha señalado en el apartado anterior, la instrucción orientada a la industria era primordial para el crecimiento económico del país, por ello Alberdi proponía fundar escuelas en áreas mercantes cuya currícula contemple materias relacionadas con las ciencias exactas e ingeniería siendo el principal objetivo proveer a los jóvenes herramientas necesarias para que apliquen su conocimiento en aquel modelo de país que soñaba Alberdi. “La industria es el gran medio de moralización. Facilitando los medios de vivir, previene el delito, hijo las más veces de la miseria y del ocio.” Queda claro que la asociación de la moralización enlazada con la concepción religiosa implicaba el progreso de la república desde la mirada de Alberdi. 
Juan Bautista Alberdi
Por lo que se refiere al rol social de la mujer, en Bases señala que la instrucción femenina debía limitarse a las tareas básicas y necesarias concernientes al hogar ligadas al ideal maternal y filial. Así lo expresaba Alberdi: “En cuanto a la mujer, artífice modesto y poderoso, que, desde su rincón, hace las costumbres privadas y publicas, organiza la familia, prepara el ciudadano y echa las bases del Estado, su instrucción no debe ser brillante.(…) Necesitamos señoras y no artistas. La mujer debe brillar con el brillo del honor, de la dignidad, de la modestia de su vida.”  Mujer y trabajo no resultaban compatibles para la moralidad de la época. Las mujeres que deseaban desligarse del ámbito doméstico y caritativo encontraban su salida mediante el trabajo docente, éste era aceptado socialmente porque reproducía las costumbres que se transmitían en el hogar.  Desde el punto de vista sarmientino, “puede juzgarse del grado de civilización de un pueblo por la posición social de las mujeres. Entre los pueblos salvajes están encargadas del trasporte de las tiendas de campaña en las emigraciones de los aduares, y de aliñar las pieles y tejer las toscas telas de que se visten los hombres, recayendo sobre ellas el cuidado de labrar la tierra si son pueblos sedentarios.”  Él proponía la creación de escuelas mixtas fomentadas desde el estado, para que la educación no sólo se limitase a los hombres y se extendiese hacia las mujeres. En la mirada maternal posada en la mujer que la sociedad brindaba, permite a Sarmiento argumentar que las mujeres son perfectas para formar la moral y las costumbres del niño, del futuro ciudadano. 
     En Educación Popular, Sarmiento expone su política educativa planteando una educación popular, con el objetivo de formar la razón dentro de una estructura estrictamente moderna, la escuela. Sarmiento intenta dar cuenta que la instrucción pública debe alcanzar a las clases sociales marginadas, aquellas ajenas a la enseñanza básica. Desde el pragmatismo de Alberdi, aquí surge una diferencia importante en cuanto a la decisión de poner énfasis en el estudio de enseñanza primaria o secundaria. La educación primaria fue prioridad en las ideas educativas sarmientinas, con el objetivo de alcanzar a la totalidad de la población e instruirla aniquilando las herencias culturales que España dejo en Argentina y lo dejó claro en las siguientes palabras “nuestros esfuerzos deben ser mayores para educar completamente las generaciones próximas si se atiende a otras condiciones desfavorables que ha producido la colonización española.”  Cabe aclarar que el proyecto educativo de Sarmiento estaba dirigido a todos los sectores sociales, la instrucción pública alcanzaría a aquellos denominados “bárbaros o salvajes”. 

III. Criticas de Taborda y Jauretche a los modelos de Sarmiento y Alberdi

A continuación desarrollaremos la perspectiva de Saúl Taborda respecto del proyecto político cultural de Sarmiento. La critica más fuerte que presenta Taborda en su apartado sobre Sarmiento y el ideal pedagógico es justamente la carencia de carácter pedagógico en el proyecto sarmientino, por el contrario, se manifestaba más bien una concepción política, que tenía como propósito la formación de un sujeto específico, un ciudadano con cualidades  concretas. La función del docente es quien tendría la misión de llevar a cabo dicho proyecto. Taborda sostiene que en Educación Popular, Sarmiento se inspira en la política francesa para convencer a los lectores sobre sus intenciones. “El plan propugnado por Educación Popular no pareció reparar en que la adopción del producto legislativo francés de 1833 importaba la adopción del ideal pedagógico que lo anima, y fue así como contrapuso, en el hecho, el ideal del tipo de hombre concebido por el humanismo racional renacentista al ideal de la personalidad esencial del humanismo español.”  Influenciado por los ideales franceses, Sarmiento pretendía crear un ciudadano libre que se identifique con la nación y para cumplir el objetivo, el rol de la educación era fundamental, ya que permitía formar políticos aptos para el manejo del país. 
Taborda, niega la afirmación de Sarmiento cuando se proclama como autodidacta, y sostiene que en realidad no lo fue. Buscar el bien común para toda la población no implica que sea el bien que la comunidad necesite o quiera, la imposición de ese bien es llevado a cabo por el docente, por el pueblo y por quien posee la autoridad para imponer una cultura dominante  y arbitraria. Realizando una critica negativa, Taborda enumera aquellas cosas que fueron aniquiladas por la ambición del transplante cultural europeo; la cultura, las costumbres, la moda, el arte, las tradiciones “todo fue alcanzado y pulverizado por la negación del trance revolucionario.”  Por supuesto que la educación no quedó excluida de este cambio, para llegar al objetivo de emancipación hispánica y nativa (en todas sus áreas) era imperioso la renovación de la enseñanza pública.
Llegando al final de Sarmiento y el ideal pedagógico, Taborda indica que  resulta asombroso que Sarmiento no se diera cuenta el riesgo que podría traer la masiva llegada de inmigrantes al país, cambiando por completo la idiosincrasia argentina. 
Siguiendo esta última idea, en la zoncera n°1 “civilización y barbarie” Jauretche cita a Carlos P. Mastrorilli (1967) para argumentar que la llegada de los inmigrantes europeos no cumplió con los objetivos de Alberdi y Sarmiento, ya que los anglosajones no sólo que no lograron cambiar la cultura argentina sino que incorporaron como propias las costumbres nativas. Esta idea alberdiana y sarmientina de suplantar o erradicar lo nativo, se vincula con la ideología mesiánica. “El mesianismo impone civilizar. La ideología determina el cómo, el modo de la civilización. Ambos coinciden en excluir toda solución surgida de la naturaleza de las cosas, y buscan entonces, la necesaria sustitución del espacio, del hombre y de sus propios elementos de cultura.”  No obstante, Jauretche sostiene que los proyectos civilizatorios de Sarmiento y Alberdi se diferencian de la ideología mesiánica porque no buscaban el progreso del país sino que se reducía a una minoritaria elite. La idea de negar lo originario, lo propio de nuestro país es visto por Jauretche como la justificación de crear la oposición civilización – barbarie y promover la creación de una identidad nacional proveniente de extranjeros. 


IV. Conclusión

El debate entre Sarmiento y Alberdi giró en torno a cuatro preocupaciones esenciales de la época: fomentar la inmigración extranjera, alcanzar el progreso económico, legitimar un poder político y desarrollar la educación pública. Si bien estos temas se rivalizaron en la época  donde se pretendía fundar un marco de organización social, no se encuentra muy lejos de  las problemáticas actuales que hoy se nos presentan. 
¿Podemos hablar de legados sarmientinos y alberdianos? Se podría afirmar que al escribir Bases, Juan Bautista Alberdi originó los cimientos necesarios para la creación de la Constitución Nacional argentina de 1853 cuyos lineamientos políticos hoy nos gobiernan. La centralidad de la educación pública impulsada por Sarmiento, es otra herencia innegable que nos atañe a todos. Si bien su obra Educación Popular ha sido criticada y elogiada, no puede discutirse su intenso afán a la hora de impulsar el desarrollo educativo argentino. A partir de la sanción de la constitución de 1853, la educación pasó a ser responsabilidad del Estado y se convirtió en un derecho para todos los ciudadanos. Un aspecto negativo que caracterizaba a la sociedad de esa época y que continúa hasta la actualidad, es la mirada negativa que rige sobre las clases sociales populares locales. 
En definitiva, las obras tanto de Alberdi como de Sarmiento, fueron fundamentales para la construcción del Estado moderno argentino, sus ideales parecen tener un carácter histórico si damos cuenta de sus legados.  


Bibliografía

ALBERDI, J. B. (1852), Bases y puntos de partida para la organización política de la Republica Argentina, varias ediciones.

BIRGIN, A. (1999), El trabajo de enseñar. Entre la vocación y el mercado: las nuevas reglas del juego, Cap. 1: “La configuración del trabajo de enseñar: de profesión libre a profesión de Estado”, Buenos Aires, Troquel.

JAURETCHE, A. (1968), Manual de zonceras argentinas, “Zoncera n°1. ‘Civilización y barbarie’”Buenos Aires, Peña Lillo.
Disponible en:http://www.equiposweb.com.ar/documentos/manual_de_zonceras_argentinas.pdf ; [consulta: 3 de noviembre de 2017]

SARMIENTO, D. F. (1849), De la educación popular, Santiago de Chile.

SVAMPA, M. (1994), El dilema argentino: Civilización o Barbarie. De Sarmiento al revisionismo peronista, Cap. 3 Argentina: la doble dimensión de la imagen sarmientina, Buenos Aires. El Cielo por Asalto, Imago Mundi

TABORDA, S. A. (1938) “Sarmiento y el ideal pedagógico”, Facundo, Córdoba, Argentina, Ateneo filosóficos de Córdoba.

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