Sueño y el cuento sobre ese sueño
Esta entrada no tiene ningún propósito especifico, más que el de compartir con mis amigas un trabajo práctico que realicé durante la cursada de Seminario - Taller de Creatividad y Escritura que hice durante mi trayecto en la Diplomatura.
1.
Sueño
Estaba paseando
con mis amigas, entramos a una tienda donde venden sahumerios. La vendedora
dijo que si compraba algunos, me concederían deseos. Pero tenia que comprar
siete, sino el efecto no servia. Prendí uno, dos, tres y en el cuarto, mi amiga
Elena me lo apagó. Le pegué una cachetada y le dije que no se meta.
2. Cuento sobre mi sueño
Desperté una
mañana de muy mal humor. Eran las 8:07 del sábado 25 de noviembre. Siempre lo
mismo, mi hermano se despierta para llevar a la novia al trabajo y cuando
vuelve pone la música a todo volumen. Pareciera que vive solo.
Esa tarde arreglé con mis amigas para
juntarnos a tomar unos mates y charlas con Sabri sobre Nilo, el bebé que está
esperando. La mayoría de las chicas no podían venir, estaban cansadas porque
habían salido la noche anterior. Solo Elena, Sabri y yo nos encontramos en la
plaza. Llevé la manta, el mate y del termo se hizo cargo la embarazada. A las
18:30 decidimos ir a dar un par de vueltas al centro, era temprano para volver
a nuestras casas. Caminamos sobre la vereda que da el sol para que el viaje sea
más agradable, no nos pegaba de frente sino de espaldas. Ele quería comprarse
un vestido o algún remeron para ponerse a la noche, había arreglado con un
chico para salir a tomar unos tragos a Quilmes. Me entusiasme con comprarme
algo yo también pero no sabia que. Sabri quería conseguir unas velas aromáticas
que, según una revista que leyó, eran perfectas para crear un clima armonioso
cuando estuviera a solas con su pancita.
Entramos a una tienda nueva, siempre hay tiendas nuevas en el centro, abren y cierran constantemente, el alquiler es muy caro y si la venta no sube no les queda otra que cerrar y marcharse. La vendedora lucia un vestido de bambula color violeta, verde y amarillo, todos ellos suaves y en perfecta armonía. En su cabeza tenia un sombreo violeta de estilo hippie. A mi no me va esta onda, pero no me molesta. Las chicas se fueron a una parte del negocio porque estaban interesadas en unas carteras hindúes que vieron en vidriera de oferta. Yo me quedé eligiendo un par de sahumerios para regalarle a mi mamá, siempre que salgo al centro me pide que le traiga unos cuantos pero me olvido. La vendedora se acercó a mí, me dijo que eran unos sahumerios muy especiales, si creía en la magia podrían liberar un fantástico y asombroso encanto. Por supuesto que la miré con extrañeza, soy muy escéptica de esa clase de cosas. Cuando me empiezan a hablar de luz interior, paz, espiritualidad y conocimiento de uno mismo mi mente se va hacia otro sitio distante de mi cuerpo. En ese momento llegan las chicas con una cartera cada una, la vendedora les comenta lo mismo que a mí. Contrariamente a mi reacción, ellas aceptan gustosas la compra de los sahumerios misteriosos, deciden llevar unos cuantos cada una y probarlos en sus casas. Como soy terriblemente influenciable no quise quedarme atrás y para redoblar la apuesta los utilicé en ese mismo instante. La hippie los encendió uno a uno, por cada sahumerio que apagaba tenía que pedir un deseo, cualquiera que fuese por más que pareciera imposible de cumplir. Si lo pedía desde el fondo de mi corazón y con el más sincero sentimiento se podrían llegar a realizarse. Los primeros dos deseos fueron destinados a mi futuro, el segundo fue para mi novio, quería que pudiese vender el auto para comprarse uno mejor, el tercero también fue para él. Cuando llegó el momento del cuarto, Elena me sorprendió con su acción. ¡Sopló mi sahumerio! Mi cuarto deseo se había ido con ese soplo. Desconocí mi lado violento que surgió en ese instante. Sin pensarlo, la palma de mi mano se chocó con su rostro y un fuerte sonido se escuchó. Le grité desde lo más profundo de mi ser que se vaya, que era la peor amiga que podía tener y que se olvide para siempre de mi. Sabri y la vendedora se quedaron asombradas al ver mi reacción, cuando volvieron en si, me dijeron un par de cosas que eran ciertas. No era para que le grite así, si no creía en esas cosas porque tenía que reaccionar de esa manera. Tendría que reflexionar un poco conmigo misma y pensar en las terribles cosas que le dije y que le hice a Elena.
Volví a mi casa llorisqueando por el camino, tenia sentimientos encontrados, ira por lo que Elena me había hecho y dolor por lo mal que la traté. ¿Pero por qué se metió, si eran mis deseos? Ella se había comprado sus propios sahumerios, no comprendía porque me había fastidiado tanto. Esa noche no cené, me quedé encerrada en mi habitación hablando con Gi, otra amiga. Le conté lo que pasó y me dio un par de consejos. Me gusta contar con mis amigas en estos momentos. Las escucho por más que no me gusta lo que me dicen, siempre es bueno ver el lado bueno y malo de las cosas. Me dormí como a las 4 de la madrugada, mis ojos estaban que reventaban y no me quedaban mas lagrimas para derramar.
Entramos a una tienda nueva, siempre hay tiendas nuevas en el centro, abren y cierran constantemente, el alquiler es muy caro y si la venta no sube no les queda otra que cerrar y marcharse. La vendedora lucia un vestido de bambula color violeta, verde y amarillo, todos ellos suaves y en perfecta armonía. En su cabeza tenia un sombreo violeta de estilo hippie. A mi no me va esta onda, pero no me molesta. Las chicas se fueron a una parte del negocio porque estaban interesadas en unas carteras hindúes que vieron en vidriera de oferta. Yo me quedé eligiendo un par de sahumerios para regalarle a mi mamá, siempre que salgo al centro me pide que le traiga unos cuantos pero me olvido. La vendedora se acercó a mí, me dijo que eran unos sahumerios muy especiales, si creía en la magia podrían liberar un fantástico y asombroso encanto. Por supuesto que la miré con extrañeza, soy muy escéptica de esa clase de cosas. Cuando me empiezan a hablar de luz interior, paz, espiritualidad y conocimiento de uno mismo mi mente se va hacia otro sitio distante de mi cuerpo. En ese momento llegan las chicas con una cartera cada una, la vendedora les comenta lo mismo que a mí. Contrariamente a mi reacción, ellas aceptan gustosas la compra de los sahumerios misteriosos, deciden llevar unos cuantos cada una y probarlos en sus casas. Como soy terriblemente influenciable no quise quedarme atrás y para redoblar la apuesta los utilicé en ese mismo instante. La hippie los encendió uno a uno, por cada sahumerio que apagaba tenía que pedir un deseo, cualquiera que fuese por más que pareciera imposible de cumplir. Si lo pedía desde el fondo de mi corazón y con el más sincero sentimiento se podrían llegar a realizarse. Los primeros dos deseos fueron destinados a mi futuro, el segundo fue para mi novio, quería que pudiese vender el auto para comprarse uno mejor, el tercero también fue para él. Cuando llegó el momento del cuarto, Elena me sorprendió con su acción. ¡Sopló mi sahumerio! Mi cuarto deseo se había ido con ese soplo. Desconocí mi lado violento que surgió en ese instante. Sin pensarlo, la palma de mi mano se chocó con su rostro y un fuerte sonido se escuchó. Le grité desde lo más profundo de mi ser que se vaya, que era la peor amiga que podía tener y que se olvide para siempre de mi. Sabri y la vendedora se quedaron asombradas al ver mi reacción, cuando volvieron en si, me dijeron un par de cosas que eran ciertas. No era para que le grite así, si no creía en esas cosas porque tenía que reaccionar de esa manera. Tendría que reflexionar un poco conmigo misma y pensar en las terribles cosas que le dije y que le hice a Elena.
Volví a mi casa llorisqueando por el camino, tenia sentimientos encontrados, ira por lo que Elena me había hecho y dolor por lo mal que la traté. ¿Pero por qué se metió, si eran mis deseos? Ella se había comprado sus propios sahumerios, no comprendía porque me había fastidiado tanto. Esa noche no cené, me quedé encerrada en mi habitación hablando con Gi, otra amiga. Le conté lo que pasó y me dio un par de consejos. Me gusta contar con mis amigas en estos momentos. Las escucho por más que no me gusta lo que me dicen, siempre es bueno ver el lado bueno y malo de las cosas. Me dormí como a las 4 de la madrugada, mis ojos estaban que reventaban y no me quedaban mas lagrimas para derramar.
A las 8:12 me
despierto escuchando la radio que suena desde el cuarto de mi mamá. Ya no pude
conciliar el sueño.
Comentarios
Publicar un comentario