Solos en la cama


La primera vez que lo hicimos fue fantástico, indescriptible momento. Pasé días enteros recordándolo. La segunda vez fue distinta, ya sabía como eran las cosas y que iba a pasar, sin embargo, también  me pareció fabuloso. Se me hizo costumbre hacerlo todas las noches antes de ir a dormir. Un buen día mi mama entró a mi cuarto y nos vio. Se me escapó de la mando y saltó a su cara golpeteándola hasta que las pilas se salieron. Entendí que el onanismo no era lo mío.  

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